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Salud Por Raul Gutiérrez

Duelo, proceso necesario ante la pérdida de un ser querido

Con motivo de la celebración tradicional del Día de Muertos, Voz Pro Salud Mental Ciudad de México recopila información y estadísticas sobre el proceso de duelo, resaltando que, si bien es un factor necesario para afrontar el fallecimiento de un ser querido, de extenderse, puede volverse patológico.

Este proceso es un conjunto de reacciones normales de adaptación ante un cambio o pérdida. Un duelo común dura entre seis y doce meses, en los que la persona atraviesa tres fases principales hasta recuperar su funcionalidad y un buen estado de ánimo. Cuando este tiempo se extiende, el duelo se vuelve patológico, el doliente queda estancado en la pérdida, y muy probablemente deberá solicitar ayuda psicológica o psiquiátrica.

De acuerdo con expertos, en el mundo el 5% de las familias pierde un integrante al año. En México, en 2014, el INEGI registró 633 mil 641 defunciones, que muy probablemente dejaron atrás a más de un doliente.

Para comprender la diferencia entre un duelo “sano” y uno patológico, primero es pertinente distinguir sus distintas fases. En Voz Pro Salud Mental CDMX reconocemos estas tres como las más comunes:

1. Negación: Ante la noticia del fallecimiento de un ser querido muchas veces la primera reacción es el desconcierto y la negación. La persona se muestra incrédula hacia el evento pensando que se trata de un sueño o que tal vez hayan confundido al difunto con otra persona. Esta fase tiene como función paliar el dolor, pero con el tiempo, la realidad se impone y la negación se vuelve imposible.

2. Depresión: En esta fase la persona ya no puede negar el evento. Predominan reacciones que se asemejan a los síntomas de un episodio depresivo, como pérdida del interés, tristeza y llanto. Pueden aparecer sentimientos de culpa relacionados con la creencia de que no se hizo nada para impedir el fallecimiento del ser querido, que no se le dieron los cuidados suficientes, o que la propia actitud hacia el difunto no fue la mejor.

Son comunes los sentimientos de impotencia ante una realidad que no se puede revertir, así como los sentimientos de ansiedad, en especial cuando existía una dependencia hacia el difunto, sentimientos de ira hacia los familiares por no haber impedido el suceso o hacia la persona fallecida por haberse ido.

Durante esta fase la persona puede tener dificultades para tomar decisiones, trabajar o realizar sus tareas cotidianas. La visión a futuro se acorta.

3. Aceptación: Es la fase final, donde el doliente acepta que su ser querido se ha ido y no volverá. Los sentimientos de depresión disminuyen y la persona recupera paulatinamente su nivel de funcionalidad.

Duelos patológicos y factores de riesgo

En un duelo patológico, el doliente puede quedarse en la fase de negación, en este caso, puede insistir en que su familiar no ha fallecido o estar consciente de la pérdida, pero actuar como si el difunto siguiera con vida, por ejemplo, dejando su lugar en la mesa o manteniendo su recámara intacta. Otra forma de negar la muerte es ver rasgos del difunto en otras personas; en casos más extremos, puede adoptar el estilo de vida de la persona dejando de lado el propio, comportarse, vestirse y hablar como ella, e incluso creer que morirá por la misma causa.

Por otro lado, si el doliente se queda en la segunda fase, el duelo evolucionará en una depresión. La persona seguirá presentando estos síntomas de manera crónica, tenderá al aislamiento y no recuperará su nivel de funcionalidad.

Varios expertos afirman que el 10% de los duelos se vuelven patológicos. Si estos no son tratados, pueden prolongarse por años, e incluso durar toda la vida. El aislamiento puede alejar al doliente de sus familiares. La depresión puede dificultarle el estar a la altura de las exigencias sociales, volviéndose un factor discapacitante. Los familiares cercanos se pueden mostrar incomprensivos ante su situación.

Otras consecuencias pueden ser la aparición de síntomas psicosomáticos, un trastorno de estrés postraumático, el consumo excesivo de sustancias, o incluso, el suicidio.

Existen diversos factores de riesgo que pueden predecir la aparición de un duelo patológico. El parentesco con el ser querido es uno muy importante, el riesgo de que el duelo sea patológico es mayor cuando se pierde a un hijo o a un progenitor a edad temprana. La relación con el difunto también afecta este proceso; si ésta era mala, los sentimientos de culpa suelen ser mayores.

La forma en la que falleció la persona es otra variable, una muerte natural provoca menos impacto que una violenta. O, cuando se trata de una muerte por enfermedad terminal, el doliente tiene más tiempo para preparase. Por otro lado, asistir al funeral y ver el cuerpo del difunto, o tener una confirmación de que éste ha muerto, ayuda a superar la fase de negación.

Las personas con trastornos psiquiátricos tienen mayor dificultad para sobreponerse al duelo, en especial cuando presentan un diagnóstico de depresión. El estudio Beyond normality in the study of bereavement: Heterogeneity in depression outcomes following loss in older adults, publicado en 2012 en la revista Social Science & Medicine, encontró que las personas con depresión que no son tratadas muestran una mejoría en el duelo hasta después de cuatro años.

Otros factores son haber tenido pérdidas anteriores (en especial si aún no se ha elaborado su duelo); afrontar problemas paralelos (financieros, laborales, familiares, judiciales); la edad del doliente (el duelo es más intenso en niños y en adultos mayores); o haber sido expuesto a situaciones violentas.

Si perdiste a un ser querido recientemente, te recomendamos que:

1.  Desempeñes tus actividades normalmente: Es probable que te cueste trabajo al principio, pero te ayudará a enfocar tus pensamientos y emociones en otros puntos.

2.  Expreses tus sentimientos con alguien: Te permitirá aclarar tus pensamientos y emociones, y reducirá el riesgo de un duelo patológico.

3.  Recuerdes que estás pasando por un proceso normal: No hay nadie que pueda superar la muerte de un ser querido sin pasar por un duelo.

4.  Si éste se prolonga, busca ayuda profesional: Acude con un psicólogo o psiquiatra para que te ayude a lidiar con el proceso.

Duelo, proceso necesario ante la pérdida de un ser querido