AGENCIAS
En la COP29 celebrada en Bakú, cerca de 200 países aprobaron un acuerdo en el que las naciones ricas deberán aportar 300 mil millones de dólares anuales hasta 2035 para ayudar a los países en desarrollo a enfrentar los efectos del cambio climático. Aunque el pacto fue aplaudido por algunos, muchos lo consideran insuficiente y poco ambicioso.
El secretario general de la ONU, António Guterres, expresó su descontento con el resultado, calificándolo como un paso inicial que necesita ampliarse: «Espero que los gobiernos vean este acuerdo como una base sobre la cual construir un compromiso más robusto».
Críticas al financiamiento y tensiones en las negociaciones
Desde el bloque de los Países Menos Desarrollados, liderado por Evans Njewa, calificaron el monto acordado como decepcionante: «Después de años de discusiones, este objetivo está lejos de ser suficiente para nuestras necesidades». Diego Pacheco, representante de Bolivia, fue aún más crítico al considerar el acuerdo un «insulto» y demandar mayor responsabilidad de los países desarrollados.
Por su parte, la Unión Europea celebró el pacto como un hito, señalando que representa «el inicio de una nueva era para las finanzas climáticas», según Wopke Hoekstra, comisario europeo para el Clima. Sin embargo, las naciones en desarrollo advirtieron que los 300 mil millones prometidos anualmente no compensan los efectos de la inflación ni garantizan equidad en la asignación regional.
Escenarios complicados y abandono de negociaciones
La jornada del sábado estuvo marcada por tensiones. Delegados de los pequeños Estados insulares (AOSIS) abandonaron abruptamente una reunión con la presidencia azerbaiyana en protesta por la falta de consultas abiertas.
A pesar de las prolongadas discusiones, el acuerdo quedó sin menciones explícitas a una transición energética definitiva hacia el abandono de los combustibles fósiles. En cambio, se incluyó el término «combustibles de transición», refiriéndose al gas natural, algo que fue interpretado como un guiño a la industria del gas.
Perspectivas a futuro
El pacto también establece la meta de alcanzar un financiamiento anual de 1.3 billones de dólares para 2035, incluyendo fuentes privadas y nuevos mecanismos, pero con dudas sobre su viabilidad. Además, la falta de liderazgo y coordinación central fueron señaladas por figuras como Marina Silva, ministra de Medio Ambiente de Brasil, quien subrayó la necesidad de mayor unidad para la COP30, programada en Belém, Brasil, el próximo año.
Mientras las críticas y elogios se cruzan, el mundo observa cómo las promesas hechas en Bakú se traducen en acciones concretas para enfrentar la crisis climática global.


