AGENCIAS
Güiria. Uno era un pescador que apenas sobrevivía con 100 dólares al mes. Otro era un delincuente declarado. Un tercero era un excadete militar. Y el cuarto era un conductor de autobús que atravesaba una racha de mala suerte.
Los hombres tenían poco en común, salvo sus ciudades natales en la costa venezolana y el hecho de que los cuatro figuran entre las más de 60 personas asesinadas desde principios de septiembre, cuando las fuerzas armadas estadunidenses comenzaron a atacar embarcaciones que, según el gobierno del presidente Donald Trump, transportan drogas. Trump y altos funcionarios estadunidenses han afirmado que las embarcaciones eran operadas por narcoterroristas y miembros de cárteles que transportaban drogas que terminarían en comunidades de Estados Unidos.
The Associated Press identificó a cuatro hombres —y recopiló detalles sobre al menos otros cinco— que fueron asesinados en los ataques militares, en el primer relato exhaustivo sobre quiénes murieron en esas acciones. En decenas de entrevistas realizadas en pueblos de la península de Paria, una franja de tierra en la costa noreste de Venezuela, residentes y familiares revelaron una verdad compleja sobre los venezolanos asesinados: si bien los hombres en efecto transportaban drogas, distaban mucho de ser narcoterroristas o miembros de cárteles como ha dicho la administración de Trump.
La mayoría de los nueve hombres que estaban en las embarcaciones, iban ahí por primera o segunda vez, en un viaje por el que ganarían al menos 500 dólares, según dijeron residentes y familiares. Había obreros, un pescador y un mototaxista. Dos eran delincuentes de poca monta. Uno más un jefe criminal local bien conocido en la zona y quien subcontrataba sus servicios de contrabando a algunos traficantes.
Los hombres vivían en la península de Paria, en casas de bloques de cemento, en su mayoría sin pintar, que podían pasar semanas sin agua y entre cortes de luz frecuentes durante varias horas al día. Sin embargo, al despertar disfrutaban de vistas panorámicas de los bosques tropicales de un parque nacional, las aguas poco profundas del Golfo de Paria y las brillantes aguas azul zafiro del Caribe. Cuando llegaba el momento de iniciar los viajes con la droga, abordaban lanchas de pesca de casco abierto que dependían de potentes motores fuera de borda para transportar la mercancía a Trinidad y otras islas.


