Aquel que tuvo una vida indescifrable, que sin entender en su momento por qué y para qué, se convertiría en unos de los exponentes de la literatura universal. Mario Vargas Llosa es una imagen en vida, un portador de ideas que se manifiesta en letras que viajan en libros a otras partes del mundo.

Este año será memorable como se pretende cada noviembre en el magno evento, en donde el escritor peruano es una de las personalidades más importantes dentro del marco de la trigésima edición de la Feria Internacional del Libro en Guadalajara.

El primer día en la tarde noche fue homenajeado y ayer, a primera hora, ofreció una rueda de prensa en donde se manifestó con una personalidad: fuerte de carácter e impecable de esencia.

Siempre erguido y atento, con mirada profunda y oído con escucha activa, respondió a las interrogantes a consecuencia de Cinco esquinas, la nueva novela en donde Mario Vargas Llosa plantea la política en sus dos caras: amarillista y el vil y sucio.

La historia comienza con un ritmo estremecedor, se desarrolla en la época de los años noventa en medio de la dictadura del régimen de Alberto Fujimori, personalidad que en aquel tiempo utilizó el escándalo para plantar temor en los políticos. “Creó una estructura, una prensa chismográfica e intrusa para generar un sistema que consistía en hundir en la mugre de los escándalos sexuales a los críticos del régimen”, explicó.

“Yo escribí desde el año en que se vivió la experiencia de esta materia prima de Cinco esquinas, una historia que mostrara esa utilización vil y canalla del periodismo por razones políticas. Cómo una dictadura tiene los medios suficientes para contratar periodistas capaces de cumplir ese tipo de funciones que por una parte degrada la vida política, y por la otra, el efecto que tiene en los medios de comunicación”. Consideró que los hechos ocurren a menudo “en países pobres, menos cultos y los aparentemente más civilizados”.

Una novela que inmiscuye dos temas principales y que da pie a desarrollar otros, los cuales no desvían la idea central pero, Vargas Llosa reveló que a pesar de haber tomado en cuenta una estructura literaria para su narración, tomó derivas “que la apartaban de la idea inicial y, entonces, al final ha quedado muy distinta, creo que quedó como un panorama fresco de lo que es una etapa final de una dictadura en un clima de gran violencia”.

El tema del amarillismo y el escándalo periodístico es ruido que inquieta a Mario Vargas Llosa. Él lo clasifica como un fenómeno, incluso ha sido una excavación informativa y de razonamiento que inquiere en su ensayo “La civilización del espectáculo”, donde aborda al igual que en su actual novela (lo que él considera) el problema de los últimos tiempos.

¿Qué se cuestiona Mario Vargas Llosa en el siglo XXI? “¿El libro tiene futuro, el libro va a seguir siendo ese instrumento absolutamente esencial, central, no solamente del entretenimiento, sino del desarrollo de la sensibilidad, del conocimiento humano o el libro va ser devorado por las máquinas o pantallas?”.

Hay quienes creen que ocurrirá eso y además lo aplauden. Los filósofos que sostienen que por primera vez hay una cultura democrática. Sobre esto el escritor opinó que “es una cultura pobretona porque las pantallas no producen nada comparada con la cultura de los libros.

“En ese mundo la literatura desaparecerá lo que significa que Shakespeare o Cervantes ya no tendrán razón de ser, lo que generará, por consecuencia, un empobrecimiento atroz. Si vivimos en un mundo de máquinas sin hacer esfuerzo, la posibilidad de que los poderes lleguen a manipular ya no es una fantasía, sino una realidad posible. No digo que vaya a ocurrir, hay muchas maneras de resistir y reflexionar las consecuencias cuando las máquinas nos dominen”.