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Internacional Por Raul Gutiérrez

Trump y su aspiración a la silla presidencial

El precandidato republicano y magnate neoyorquino Donald Trump es, una vez más, la portada de la más reciente edición de la revista Time.

En la portada de la publicación de este mes aparecen el polémico empresario y cinco recuadros con mensajes dentro, cuatro de ellos están marcados.

TIME’s new cover: On the plane with Donald Trumphttps://t.co/Ve4LLTBcGhhttps://t.co/coTPA7yPNL

— TIME.com (@TIME) 3 de marzo de 2016

“Molestón”, “comediante”, “aguafiestas”, “demagogo” y “45 presidente de los Estados Unidos”, dicen los recuadros en la tapa de revista, los primeros cuatro están palomeados.

La historia, escrita por David Von Drehle, se centra en la drástica y agresiva campaña del republicano para conseguir la candidatura del partido.

De chiste a precandidato serio

Cuando Donald Trump se postuló a la Presidencia de EU, todo el mundo se lo tomó a broma, pero el polémico magnate ha demostrado con su hegemonía en las elecciones primarias que su carrera hacia la Casa Blanca va muy en serio.

El magnate inmobiliario oficializó su órdago electoral en un estrambótico discurso en su rascacielos de la Quinta Avenida, donde se presentó como un adalid de la incorrección política.

Y, claro, Trump no dejó títere con cabeza: llamó «violadores» a los inmigrantes mexicanos, tildó de «perdedor» al presidente de EU, el demócrata Barack Obama, y prometió construir un muro contra la inmigración ilegal en la frontera sur y enviar la factura a México.

Aparte de levantar una polvareda en la comunidad hispana del país por su insulto a los mexicanos, el magnate se convirtió en una mina de oro para cómicos que imitan su voz ronca y sus gestos irreverentes, y dio pie a infinitas chanzas en las redes sociales.

Quiere controlar el país y ni siquiera puede controlar su pelo», afirmaba un «meme» que enseñaba a Trump con su inconfundible tupé rubio -que algunos toman por un peluquín, pese al desmentido del empresario- muy alborotado.

Nueve meses después, la guasa ha mutado en estupor ante un candidato que ha dado un paso de gigante hacia la nominación presidencial con sus victorias en el supermartes, el maratón electoral de ayer en el que doce estados celebraron comicios primarios.

Explotando sus dotes de «showman», Trump protagoniza mítines en estadios llenos de miles de seguidores que buscan su autógrafo, ríen sus chistes.

Un clásico de esos actos es cuando el magnate, que viaja de un lado para otro en su avión privado, pregunta a voz en cuello: «¿Y quién va a pagar el muro?», y el auditorio responde al unísono: «¡Méxicoooooo!».

¿Quiénes apoyan a Trump?

En esas multitudes suele predominar un perfil: el blanco de clase trabajadora hastiado con el político tradicional, de escasa educación, que se ve como el gran perdedor económico de un país invadido por otras culturas cada vez más desigual y elitista.

Con un discurso xenófobo y proteccionista, Trump les ha prometido el maná de «restaurar el sueño americano» con propuestas como la lucha sin cuartel contra la inmigración irregular, la renegociación de tratados comerciales o la repatriación de empleos creados por empresas estadunidenses en países como China.

Donald Trump ha puesto rumbo a la Casa Blanca y parece empeñado en cumplirlo.

Trump y su aspiración a la silla presidencial