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Nacional Por Raul Gutiérrez

«Nos vemos en Bellas Artes»: el palacio de 80 años que reúne a México

El recinto cultural, que también se ha abierto a espectáculos populares, celebra sus ocho décadas de apertura al público

“Nos vemos en Bellas Artes”. Esa frase de los habitantes de la Ciudad de México quizás es una de las que mejor reflejan la relación que muchos mexicanos tienen con uno de los recintos más importantes del corazón del país, y que este 29 de septiembre cumple su 80 aniversario.

Pero la historia del gran palacio de mármol del Centro Histórico comenzó mucho antes de esos 80 años, desde el México colonial en el que fue edificado un convento en lo que era entonces el límite de la ciudad.

Diariamente lo visitan o pasan frente a él miles de personas y muchos de esos paseantes tampoco saben que en ese mismo lugar estuvo el Gran Teatro Nacional, que primero se llamó el Teatro de Santa Anna, en honor al dictador Antonio López de Santa Anna, su alteza serenísima, como se hacía llamar.

Los visitantes de la Sala de Espectáculos, el principal salón de Bellas Artes, se fascinan con la gran Cortina de Cristal, de más de un millón de piezas, en el escenario, pero pocos saben que se trata de un invento del arquitecto del palacio para prevenir que un incendio quemara al público.

Por fuera y por dentro, el Palacio de Bellas Artes guarda muchas historias luego de 80 años.

Millones de monedas de plata

El general Porfirio Díaz lanzó a principios del siglo XX la convocatoria al “embellecimiento de la ciudad”, obras que remozaran a la Ciudad de México para celebrar la Independencia en 1910. De ahí surgió la idea de renovar lo que era entonces el Gran Teatro Nacional de 1844.

El arquitecto italiano Adamo Boari fue el elegido para realizar el trabajo —él ya había edificado el Palacio Postal ubicado en la acera de enfrente— y sugirió comenzar desde cero el nuevo recinto, como explica Daniel Juárez Mellado, el principal promotor cultural de Bellas Artes.

“Boari describe la nueva construcción como un edificio con espacios majestuosos, con invernaderos, salones de fiestas, un teatro y además revestido de mármol”, relata Juárez a CNNMéxico, con una arquitectura ecléctica y detalles de art nouveau.

El arquitecto solicitó al presidente Díaz un presupuesto de poco más de cuatro millones de monedas de plata, para construirse a partir de 1904 en cuatro años.

Un nacimiento de 28 años

El nuevo teatro no pudo ser concluido antes del centenario de la Independencia. La Revolución Mexicana iniciada en 1910 detuvo las obras, y durante los siguientes años el presupuesto para la construcción fue limitado al mínimo.

La inestabilidad del país llevó a Boari a abandonarlo y enviar solo algunas recomendaciones desde Italia, y como explica Juárez, “muere en 1928 sin ver terminada una de sus obras más importantes”.

Las obra fue retomada en 1932 por el arquitecto Federico Mariscal, quien agrega detalles mexicanos al interior y exterior del recinto, por encima de la idea europea original de Boari encargada por Porfirio Díaz.

El 29 de septiembre de 1934, el Palacio de Bellas Artes abrió por primera vez sus puertas.

La primera pieza interpretada

La primera pieza que resonó en Bellas Artes fue el Himno Nacional, con una orquesta dirigida por Carlos Chávez, a la postre uno de los más reconocidos compositores mexicanos.

En esa gala, Chávez interpretó por primera vez el tema Llamadas, Sinfonía Proletaria para coro y orquesta, escrita para la ocasión.

También se puso en escena la primera obra del recinto, La verdad sospechosa, del director Juan Luis de Alarcón, otro de los pioneros del teatro moderno en México con la actriz María Teresa Montoya, y con la participación de Isabela Corona.

Las joyas en la Sala de Espectáculos

Más de un millón de cristales, de apenas unos dos centímetros cuadrados, son los que componen la Cortina de Cristal en el escenario de la Sala de Espectáculos, una de las joyas más importantes de la también llamada Sala Principal.

La pieza artística, que plasma un paisaje del Valle de México con los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl, fue encargada a la Casa Tiffany de Nueva York por el arquitecto Boari, quien más allá de embellecer el recinto pensó en una idea funcional contra el fuego.

“La cortina funcionaría como una compuerta que en algún momento aislara el siniestro y protegiera el público, porque el escenario es donde hay más probabilidad de que se presente un incendio”, explica Juárez. “Hasta ahora esta cortina está considerada como una joya artística única en el mundo por sus características”.

Sobre el cenit de la sala se encuentra el vitral elaborado por el artista húngaro Géza Marotti. Fue elaborado en Budapest en 1910 y tiene como tema el Olimpo, con el Dios de la inspiración, Apolo, rodeado de las nueve musas, hijas de Zeus, el dios de todos los dioses.

En el escenario también destaca el arco del proscenio, que en todo teatro es la parte del escenario que se proyecta hacia el público. El de Bellas Artes tiene una minuciosa composición de pequeños mosaicos de vidrio que representan el arte teatral a lo largo de la historia.

Construir sobre un lago

Cuando Adamo Boari emprendió los trabajos de construcción, el edificio encontró un problema estructural que enfrentan los edificios construidos en el suelo blando de la Ciudad de México, levantada sobre un lago rellenado: el edificio se comenzó a hundir entre 1.30 y 1.80 metros.

“Lo que hacen los ingenieros es una serie de perforaciones alrededor del teatro para inyectarle 1,490 toneladas de cal con cemento para estabilizar el edificio”, y de esta manera se estabilizó.

Actualmente el edificio sigue su hundimiento, pero es paralelo al que tiene el Centro Histórico de la Ciudad de México, por lo que son casi imperceptibles las diferencias.

La lápida de doña Catalina

Pocas personas han tenido acceso al subsuelo del Palacio de Bellas Artes. Pero quienes lo conocen han comprobado que el gran edificio está construido sobre un convento del siglo XVII. Uno de ellos fue el arqueólogo Juan Carlos Campos, que junto a su colega Montserrat Alavez Ortúzar.

En entrevista con CNNMéxico, el arqueólogo explica que en unas excavaciones que realizaron en 2009 pudieron constatar la existencia de vestigios del convento de Santa Isabel, fundado por las monjas de Santa Clara en 1601, del que existen restos y una tumba de su benefactora.

Se trata de Catalina de Peralta, quien al enviudar de Agustín de Villanueva, donó el terreno que en esos años del virreinato de la Nueva España eran los límites de la Ciudad de México, hoy en el centro de la capital mexicana.

«Lo más destacado que encontramos ahí es el convento de monjas clarisas de Santa Isabel», explica Campos. «Encontramos pinturas murales que corresponden a los oratorios de las monjas, y también cuartos de pinturas de la época… y restos humanos, 10 entierros, además de 130 piezas de la época colonial».

Bellas Artes, ¿para todos y todo?

Bellas Artes es «es un emblema del país», que reúne a la «excelencia artística» de México y el mundo, pero además tiene como principio ser un espacio abierto a los mexicanos, afirma el subdirector del Instituto Nacional de Bellas Artes, Sergio Ramírez.

«Entrar al Palacio es una experiencia en sí misma. Hay mucha gente que viene al centro y tiene como punto de cita el Palacio de Bellas Artes. ‘Nos vemos en Bellas Artes’, es una frase común. Y al entrar a su interior realmente viven una experiencia estética, simplemente por estar en este espacio», dice Ramírez en entrevista con CNNMéxico.

Más de un millón de visitantes recibe cada año este edificio del Centro Histórico.

Sin embargo, también su apertura a algunos artistas populares, como el cantautor Juan Gabriel, o su recepción de homenajes fúnebres para personalidades de los espectáculos ha generado críticas, ante lo cual Ramírez explica el porqué es válido.

«Esa apertura tiene que ver con el público, tiene que ver con poder llegar a la mayor cantidad de público, presentado siempre cuestiones de excelencia. Incluso los eventos más populares que ha habido en el Palacio, siempre se ha buscado que tengan ese toque distinto, distintivo, que los acerque al foro que tiene Bellas Artes», explica el subdirector del recinto.

La gran fiesta

Para el aniversario 80, Bellas Artes ha tenido todo el año un programa de eventos culturales que tendrá su punto culminante entorno a su aniversario este 29 de septiembre.

El programa incluye una presentación con música en vivo del Ballet Folklórico de México, que repasa los bailes tradicionales de todo el país; un concierto de gala con la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN); el estreno de la obra Fanfarria y fantasía para orquesta, compuesta especialmente para el evento por el mexicano Samuel Siman.

La noche del aniversario, la obra maestra de Ludwing van Beethoven, la Novena sinfonía, será interpretada por la OSN y cuatro solistas invitados del Metropolitan Opera de Nueva York.

Pero la fiesta se extenderá a la explanada del Palacio, con una proyección de luces sobre la fachada principal y la presentación de 20 grupos artísticos que participarán en distitnos escenarios hasta la Alameda Central.

«Nos vemos en Bellas Artes» será más que nunca en este 80 aniversario un festejo para el gran palacio que busca seguir siendo la casa de sus visitantes.

«Nos vemos en Bellas Artes»: el palacio de 80 años que reúne a México