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Cultura Por Raul Gutiérrez

Muestran el gusto pictórico de Tamayo

Rufino Tamayo (Oaxaca, 1899 – Ciudad de México, 1991) nunca quiso que le construyeran un mausoleo después de su muerte ni que su obra permaneciera fija, por eso el Museo Tamayo saca de la bodega 40 piezas que pertenecieron a la colección personal del artista oaxaqueño y de su esposa Olga, para ser expuestas durante todo un año. Este acervo que hizo en vida el creador de Naturaleza muerta, incluye cuadros de Francis Bacon, Joan Miró, Barbara Hepworth y Alberto Giacometti, entre otros.

También el Museo Tamayo, por primera vez, tendrá una sala dedicada a la obra de Rufino, señaló Juan Gaitán, director del recinto, en la cual durante los próximos 12 meses, se mostrarán 80 piezas, entre pintura, grabados, dibujos y esculturas que realizó el artista de 1920 a 1959, años que residió en Nueva York y Francia.

“Es importante que los visitantes tengan la oportunidad de ver el desarrollo de Tamayo como artista, desde los años 20 cuando empezó a crear hasta el año 60 cuando regresó a México. En la sala habrá obras de la década de los 20 a los 50, cuatro décadas donde Rufino experimentó muchas técnicas y muchos estilos, de forma exitosa hasta que llegó a su estilo más reconocible”, comentó Gaitán a propósito de la exposición Rufino Tamayo. Primeras décadas: 1920-1959.

Sobre las salas dedicadas a la colección personal de Tamayo –Colección Museo Tamayo–, Rafael Tovar y de Teresa, secretario de Cultura federal, recordó que parte de la construcción del Museo Tamayo se debió a la donación de obra que hizo al Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), el pintor oaxaqueño en los años 70 del siglo pasado.

“Parte de estas obras las adquirió (Tamayo) como resultado de las ganancias que pudo haber obtenido de la venta de su obra y pensó que (las obras) se podían dedicar al pueblo de México a través de un museo que pudiera albergar tanto obra seleccionada de su autoría –como parte del acervo permanente–, y una colección de arte internacional que había adquirido junto con Olga”, explicó.

A lo largo de su vida, añadió el funcionario, Rufino y Olga pudieron adquirir piezas de los principales artistas de su época, mismos que hoy se han convertido en clásicos del siglo XX: Picasso, Bacon, Miró; “acervo que fue enriquecido por la selección y curaduría acertada de Fernando Gamboa”.

Algunas obras expuestas que sobresalen, son: Peinture (1927), de Joan Miró por ser la obra más temprana de la colección; Retrato de la madre del artista (1963), de Alberto Giacometti por ser la primera vez que se expone; dos cuadros sin título de Mark Rothko y Two Figures with a Monkey (1973), de Francis Bacon.

“Tamayo tuvo una relación muy cercana con estos artistas, no simplemente iba seleccionando sin un objetivo, varios de los artistas que están representados con sus obras, eran sus amigos internacionales, era gente con la que él dialogaba y tenía una relación profesional estética. En ese carácter, como cualquier colección, ésta empiezan con algo personal y de ahí se van extendiendo. Lo que nosotros como institución hemos hecho es enriquecer esa colección”, destacó Gaitán, quien explicó que la Colección del Museo Tamayo iniciada por el pintor oaxaqueño comenzó con 300 piezas y hasta hoy, reúne 600,

“Además en la muestra se puede ver que las obras internacionales representan una línea de la abstracción y por otro lado, un juego con la figura humana que se acerca más al surrealismo. También  tuvimos la idea de hacer una sala dedicada al arte contemporáneo, en donde incluimos obra de Abraham Cruzvillegas, Teresa Margolles, Carlos Amorales, Francisco Toledo. Es decir, esta sala cambiará de piezas de forma más rápida que los espacios dedicados a la colección del museo y a la obra de Tamayo”

Gaitán añadió que varias de las recientes adquisiciones del museo se exhiben, tal es el caso de Lenin (as sleeping muse), de Pedro Reyes, Nachbau (2007) de  Simon Starling y Los señores del narco+2. El uso de los placeres,  y Sólo niños de Abraham Cruzvillegas.

INICIOS DE TAMAYO. “La colección fundacional del museo, es la colección que Olga y Tamayo donaron al INBA, y con eso la institución empezó su acervo de fundación, después ese catálogo eso se convirtió en acervo INBA, sin embargo, la fundación ha ido comprando y ha puesto en comodato permanente la colección que ha ido adquiriendo para el Museo Tamayo”, precisó Magdalena Zavala, coordinadora nacional de artes visuales del INBA.

La especialista en arte, añadió que el acervo fundacional comenzó con 350 obras, pero actualmente suman 600, de las cuales el museo resguarda 9 pinturas de Tamayo y varios grabados; y de forma general, el INBA tiene bajo su custodia 60 piezas de Tamayo.

Sobre las obras que se exhiben, Juan Gaitán comentó que son grabados, dibujos y pinturas que muestran a Tamayo como gran pintor, colorista, y sobre todo una gran persona que absorbía y aprendía el lenguaje pictórico al que estaba expuesto.

Algunas de las piezas son: Monumento a Hidalgo, 1930; Ilustración para el poema de Octavio Paz “Nocturno de san Ildefonso”, 1950; Boceto para el óleo “Perro ladrándole a la luna” Los amantes, 1958, Naturaleza muerta,1937, Apocalipsis de San Juan, 1959; y Aztlán, Sueños Mexicanos, 1952.

“La trayectoria de Rufino Tamayo abarca casi todo el siglo XX. Desde sus inicios buscó incorporar en su pintura la herencia artística que recibió de las culturas indígenas de México, tanto del arte prehispánico comodel popular. A esta fuerza estética el artista sumó aspectos de las vanguardias internacionales y rasgos de artistas que convirtió en sus interlocutores, como Paul Cézanne, Pablo Picasso, Jean Dubuffet y Antoni Tàpies”, concluyó Gaitán.

Muestran el gusto pictórico de Tamayo