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Internacional Por Raul Gutiérrez

Cruza el puente Selma en pro de la igualdad

El presidente de EEUU, Barack Obama, conmemoró hoy el triunfo de los derechos civiles durante el 50 aniversario de la marcha de Selma a Montgomery (Alabama), que llevó a la aprobación de la ley de Derecho al Voto, aunque recordó que la «larga sombra» del racismo no se ha desvanecido.

El aniversario se produce en momentos en los que en Estados Unidos se vuelve a cuestionar la discriminación contra la población negra y la actuación de la Policía hacia las minorías, después de varios episodios en los que afroamericanos desarmados han muerto por disparos de agentes de la ley.

«Sabemos que la marcha no ha terminado», dijo el presidente ante miles de personas en el puente Edmund Pettus, donde los activistas fueron duramente reprimidos por la policía, en lo que pasó a la historia como el «Bloody Sunday» («Domingo Sangriento»).

Obama, el primer mandatario negro del país rechazó la idea de que «nada ha cambiado», pero señaló que sería un «error» considerar que el racismo ha sido desterrado y que la labor de los hombres y mujeres que participaron en la marcha de Selma se ha completado.

«Sólo tenemos que abrir nuestros ojos y oídos, y el corazón, para saber que la historia racial de esta nación todavía proyecta su larga sombra sobre nosotros», agregó Obama.

El mandatario hizo referencia a casos como el de Michael Brown, un joven afroamericano de 18 años, que murió el pasado agosto en Ferguson (Missouri) tiroteado por un policía blanco, en un suceso que desató protestas y disturbios, que dieron lugar a un movimiento que denuncia las desigualdad que sufren los afroamericanos.

El Departamento de Justicia constató en un informe sobre la actuación general de la Policía de Ferguson la discriminación racial y la violación sistemática de los derechos civiles de la población negra, con detenciones sin motivo aparente y el uso excesivo de la fuerza especialmente contra esta comunidad.

«Selma nos enseña, también, que la acción requiere que nos despojemos de nuestro cinismo», dijo Obama, y señaló que «en lo que se refiere a la búsqueda de la justicia, no podemos permitir ni complacencia ni la desesperación», agregó ante una audiencia de 40.000 personas, entre los que se escucharon algunas consignas de protesta que fueron acalladas por el público.

Si bien admitió que lo que pasó en Ferguson «puede que no sea único», rechazó que sea «algo endémico» y a diferencia de lo que ocurría antes del movimiento por los derechos civiles «no está protegido por la ley ni la costumbre».

Obama alabó el modelo del movimiento pacífico liderado por Martin Luther King, quien también participó en las marchas de Selma, que sirvieron de catalizador para lograr la igualdad del voto de los afroamericanos en una época de segregación, e hizo un guiño al poder de los jóvenes para el cambio.

«Desde las calles de Túnez al Maidan en Ucrania, esta generación de jóvenes puede sacar fuerza de este lugar, donde los menos poderosos pudieron cambiar a la mayor superpotencia del mundo, y empujar a sus líderes a expandir los límites de la libertad», dijo.

En el acto estuvieron el expresidente republicano George Bush y su esposa, Laura, así como el gobernador de Alabama Robert Bentley, y una delegación de un centenar de congresistas encabezada por el demócrata John Lewis, quien participó en la marcha cuando tenía 25 años y a quien Obama se refirió como uno de sus «héroes».

Lewis, quien introdujo al presidente, también coincidió en que «todavía queda trabajo por hacer» y pidió a los ciudadanos a «construir sobre el legado de la marcha», en la que él mismo resultó herido.

Reactivan lucha por los derechos civiles

El reconocimiento de un patrón de racismo y violencia en la Policía de Ferguson (Missouri), repetido en otras ciudades, ha reactivado en Estados Unidos la lucha por los derechos civiles, cuando la llegada del primer afroamericano a la Presidencia parecía ser señal de que los tiempos habían cambiado.

Tras la muerte en agosto del joven afroamericano Michael Brown en Ferguson (Missouri), la consigna «Black Lives Matter» («La vida de los negros importa») se ha convertido en el grito de guerra con el que diferentes grupos de defensa de los derechos civiles reclaman justicia para la comunidad afroamericana.

Cuando se cumplen 50 años de la icónica marcha por el derecho de los afroamericanos al voto de Selma a Montgomery (Alabama), «ser blanco o negro marca todos los aspectos de la vida y es determinante ante la Justicia», dijo a Efe Nicole D. Porter, directora de la organización por un sistema judicial justo The Sentencing Project.

Un informe del Departamento de Justicia, publicado esta semana, muestra que en los últimos dos años los ciudadanos afroamericanos de Ferguson, que suponen el 67 % de la población, fueron objeto del 85 % de las detenciones de tráfico, el 93 % de los arrestos y el 88 % de los casos en los que la Policía empleó la fuerza.

Las cifras muestran «que los prejuicios raciales son una realidad histórica en todo Estados Unidos y sus tentáculos alcanzan a muchos campos de la administración pública, incluidos los departamentos de Policía», explicó a Efe el profesor de Gobierno de la American University, Steven Taylor.

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