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Internacional Por Raul Gutiérrez

Los desafíos para el nuevo rey saudí: Yemen, Irán e ISIS

El rey Salman de Arabia Saudita heredó de su hermano mayor el trono y, con él, una serie de desafíos urgentes en una región turbulenta.

Al sur, Yemen está sumido en el caos. Al norte, el grupo militante ISIS está creando caos en Iraq y Siria. En términos más generales, Arabia Saudita está atrapada en una guerra fría con Irán.

Dentro de las fronteras del reino, Salman tiene que decidir cómo implementar reformas delicadas mientras controla el extremismo. Además, se dice que tiene sus propios problemas de salud y se enfrenta a la difícil situación de manejar el plan de sucesión a largo plazo de la monarquía.

Hay mucho en juego en una de las principales potencias de Medio Oriente y uno de los aliados clave de Estados Unidos.

«Arabia Saudita ha sido esencial para preservar cierto grado de estabilidad regional de cara a una creciente amenaza iraní, durante el surgimiento del extremismo islámico que siguió a las invasiones estadounidenses en Afganistán e Iraq y durante la nueva oleada de levantamientos que inició en la primavera de 2011», escribió Anthony Cordesman, experto en Medio Oriente del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.

Estos son algunos de los principales desafíos a los que Salman se enfrenta:

Yemen

El nuevo rey se zambulló directamente en la parte más profunda con el rápido desarrollo de una crisis en la frontera sur de Arabia Saudita.

El gobierno prosaudí de Yemen se derrumbó en medio de los disturbios sectarios. El presidente y el primer ministro renunciaron el jueves luego de que los rebeldes Houthi chiitas maniobraran para hacerse del poder en la capital en días recientes.

La mayoría sunita de Arabia Saudita, país que proporciona energía y apoyo económico a Yemen, además de que comparte una extensa frontera con ese país, está atenta mientras el nerviosismo crece por temor a la posibilidad de que haya otro Estado chiita en la región.

«Esto aterrorizará a los saudíes, como ocurrió con el levantamiento chiita en Bahrein», dijo el analista de inteligencia y seguridad de CNN, Bob Baer.

«Todos estos años, Arabia Saudita ha evitado enviar tropas a Yemen. Es un lodazal para los saudíes», dijo Baer. «Tienen una frontera reforzada y han estacionado muchos soldados allí. No obstante, están entrando en pánico».

Mohammed Albasha, portavoz de la embajada yemení en Washington, dijo a CNN el miércoles que sin el respaldo de los saudíes, «Yemen se volverá un Estado fallido».

Esa situación no está tan lejos.

El país más pobre de la región, Yemen, es hogar de al Qaeda en la Península Arábiga, grupo al que las autoridades estadounidenses consideran la rama más peligrosa de la red terrorista, de acuerdo con Paul Cruishank, analista de terrorismo de CNN.

Irán

La crisis en Yemen deriva en un problema mayor para Arabia Saudita: la influencia creciente de Irán en la región.

Las autoridades yemeníes han acusado constantemente a Irán de proporcionar apoyo económico y armas a los Houthi, en un esfuerzo por controlar la costa de Yemen en el mar Rojo, una de las zonas más transitadas por el transporte marítimo.

«Eso incomoda mucho a Arabia Saudita», dijo Bobby Gosh, analista de asuntos mundiales de CNN. «Arabia Saudita, un país mayormente sunita, considera que Irán, dirigido por los chiitas, es su enemigo mortal. Ambos se enfrentan en un extraño juego de ajedrez que se juega en todo el mundo árabe».

Ha habido tensión entre los gobiernos de Irán y Arabia Saudita al menos desde la revolución islámica de Irán de 1979. Se considera que el conflicto en Siria es la manifestación de un conflicto entre aquellos dos, ya que Irán apoya al régimen de Bachar al Asad, presidente de Siria, y Arabia Saudita ayuda a los grupos rebeldes.

Sin embargo, el surgimiento de los extremistas de ISIS en la incesantemente sangrienta guerra en Siria ha complicado la situación.

«Los saudíes y los iraníes han dado señales de que les interesa aliviar las tensiones para enfrentar a ISIS», dijo Harith al Qarawee, investigador del Instituto Radcliffe para Estudios Avanzados de la Universidad de Harvard. «Pero es imposible pasar rápidamente de la hostilidad a la alianza».

«Aunque ambas partes saben que ISIS es una amenaza para ellos en uno u otro grado, no creen que sea tan grande como para apresurarse a cooperar», explicó.

ISIS

La sangrienta toma de grandes porciones de territorio en Siria e Iraq por parte de ISIS ha sido un gran dolor de cabeza para los saudíes en la región.

Los intentos del líder de ISIS, Abu Bakr al Baghdadi, por presentarse como el líder espiritual de los musulmanes son un reto para la monarquía saudí, que es responsable de dos de las ciudades más sagradas del islam: La Meca y Medina.

«Los saudíes temen que sea una amenaza local que convierta el salafismo en una ideología política revolucionaria y no en el baluarte del régimen que ha sido usualmente en Arabia Saudita», explica F. Gregory Gause III, investigador sénior en política exterior de la Brookings Institution en Doha, Qatar.

Se considera que Arabia Saudita es un aliado clave de Estados Unidos en la lucha contra ISIS. Se dijo que el príncipe Khaled, uno de los hijos de Salman, era uno de los pilotos que ejecutaron los primeros ataques aéreos contra ISIS en 2014. Sin embargo, Salman también fue responsable de que Arabia Saudita apoyara a los combatientes yihdistas en conflictos anteriores, de acuerdo con David Andrew Weinberg, investigador sénior de la Fundación para la Defensa de las Democracias.

«Salman tuvo una intervención considerable en las décadas de 1980 y 1990, cuando reunió apoyo en la familia real para los combatientes santos muyahidines en sitios como Afganistán, como los Balcanes», dijo Weinberg a CNN. «Varios de esos veteranos afganos y balcánicos regresaron a Arabia Saudita y sembraron la continuación del radicalismo».

No obstante, el gobierno saudí niega haber brindado apoyo a ISIS, grupo que se desprendió de al Qaeda.

La reforma interna

Se atribuye al rey Abdullah, predecesor de Salman, el sortear las protestas de la Primavera Árabe que abrumaron a otros gobernantes árabes. Pero la población crece rápidamente en una región inestable, por lo que la familia real no puede darse el lujo de dormirse en sus laureles.

«Arabia Saudita se ha enfrentado y se enfrentará a retos constantes para encontrar un ritmo de modernización y reforma que avance lo más rápido posible, al tiempo que se conserva el respaldo del pueblo saudí, se satisfacen las singulares necesidades religiosas y culturales de Arabia Saudita y se garantiza que la evolución no se volverá una regresión ni una revolución», señaló Cordesman.

«Como lo han mostrado claramente otros acontecimiento en la región desde 2011, es fácil que las cosas salgan terriblemente mal y muy difícil que sigan saliendo bien», escribió.

Aunque los observadores han aplaudido las reformas cautelosas de Abdullah, otros opinan que ha ido muy despacio.

«Si ves en dónde está Arabia Saudita hoy, no se ha movido tan lejos de donde estaba cuando subió al trono en 2005», dijo Weinberg a CNN.

La monarquía necesita conceder mayores libertades a las mujeres, mejorar los derechos de la minoría chiita, modernizar el sistema educativo y dar más poder a los órganos electos, de acuerdo con Cordesman.

Con la reciente caída de los precios del petróleo, las autoridades deberán trazar cuidadosamente el curso de la economía. Arabia Saudita depende en gran medida de los ingresos por petróleo para financiar su gobierno.

«Sobre todo, el gobierno saudí necesita garantizar que su población rápidamente creciente tenga trabajos y futuros significativos», dijo Cordesman.

Sucesión a largo plazo

La ascensión al trono de Salman parece haber seguido sin problemas la coreografía que Abdullah creó antes de morir. El príncipe Muqrin, el hermano menor de Salman, ahora es el príncipe heredero.

Sin embargo, hay reportes no confirmados de que Salman, de 79 años, ya está mal de salud. Nadie sabe quién será el heredero al trono después de Muqrin, quien tiene 69 años.

La monarquía saudí se acerca a un cambio generacional. Abdullah, Salman y Muqrin son hijos del fundador de Arabia Saudita, el rey Abdulaziz.

«En general se cree que (Muqrin) es el último hijo capaz» de Abdulaziz, dijo Bruce Riedel, investigador sénior del Centro para las Políticas de Medio Oriente de la Brookings Institution, así que su designación como heredero al trono presenta «el desafío sin precedentes de elegir al siguiente heredero de entre los nietos» de Abdulaziz.

«Eso hará que surjan dudas sobre la legitimidad que no habían surgido en el último siglo del reinado saudí», escribió Riedel.

De acuerdo con Weinberg, hay dos decisiones clave que probablemente provoquen «batallas muy importantes» en la monarquía.

«Una es la del cargo muy simbólico de segundo vice primer ministro, que básicamente es el siguiente en línea al trono y es un puesto importante en cuanto a la toma de decisiones», dijo. «Finalmente, estará la cuestión de a quién designan como siguiente príncipe heredero después del actual… a ese se lo conoce como segundo príncipe heredero».

«El título suena tonto, pero es muy importante para lo que está en juego dentro del reino», explicó.

 

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